lunes, 4 de octubre de 2010

Una mañana en el mercado



Me ha vuelto a pasar. He acudido a un lugar lo más común del mundo y he tomado unas cuantas fotografías. Después al volver a casa, las he analizado una a una y me he fijado en detalles que en directo uno no aprecia.
El cuidado que muestra la pescatera al colocar los productos encima del peso, la de años que tiene el mismo. Los pescados por dentro. El hielo que todavía resbala por ellos.


Lo grande que le sienta el paraguas a la niña. El qué hará una niña tan pequeña paseando a esas horas de la mañana por el mercado. Dónde se esconderá su madre. Quizá en la frutería.




Incluso la procedencia de cada uno de los productos frescos que desembarcan cada día en este mercado. Cómo vienen, cuán cómodo es su viaje.En la siguiente foto se puede apreciar las barcas que hacen de transporte para estos tomates verdes y rojos.


¿ Y esto qué es? ¿Una fruta, una verdura? Mi madre no me debió llevar lo suficiente con ella al mercado para saber diferenciar lo que es fruta y verdura. Sus nombres.


Hay productos como los de la última imagen que no se sabe si están ahí por dejadez, por desorden, o por adornar el mostrador. Más bien parece ésto último.